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Discriminación inversa


El pasado 24 de enero me topé con una noticia en el ABC que me causó sonrojo e indignación. Con el título de “El Billy Elliot español” describían a un niño de doce años que quiere ser campeón de España de gimnasia rítmica, “pero no me dejan competir”. Resulta que desde este año los gimnastas no podrán participar en torneos nacionales, porque la Federación Española no se lo permite.

Desde hace muchos años recorro el país entero dando charlas, conferencias o ponencias en congresos internacionales cuya temática no es otra que la mujer y el deporte, y en las que el objetivo es concienciar a la sociedad sobre la igualdad de genero y demostrar la discriminación que constantemente sufre el deporte de la mujer: menos valorado, menos publicitado, menos visto... porque de lo que no se habla, no existe.

Por esta razón en el primer párrafo hablo de “sonrojo e indignación”, porque si las mujeres luchamos desde hace años por tener acceso a todos los niveles, me da vergüenza comprobar que desde un deporte básicamente femenino se excluya a los competidores masculinos.

He estado en muchos campeonatos de España y en los últimos años he visto competir (y muy bien por cierto) a chicos como Rubén Orihuela que han creado escuela atrayendo hasta la gimnasia rítmica a una treintena de chicos a los que el tapiz, las mazas, el aro o la cuerda les hechizó un día.

Desde aquí mi total apoyo. Creo que la gimnasia pierde sin ellos, porque todos tenemos algo que aportar.